75º Aniversario de la Operación Barbarroja

Hoy, 22 de junio de 2016 se cumplen 75 años del comienzo del asalto alemán a la URSS. Un nuevo frente que marcaría un enfrentamiento atroz entre el nazismo y el comunismo, una guerra de exterminio total cuyo estudio aun hoy en día sigue vigente con nuevos aportes documentales y testimoniales que generan nuevos enfoques y planteamientos históricos.

En este aniversario recuperamos esta entrada que hicimos en 2011 con el 70º aniversario y lo actualizamos recopilando las reseñas de los libros presentados en Novilis que tienen como tema principal la Operación Barbarroja para este 75º aniversario.

¡ YA DISPONIBLE!

Barbarroja, Pablo G. Romero

Operation Barbarossa and Germany´s Defeat in the East, David Stahel

Operation Barbarrosa, Chistian Hartmann

Thunder in the East, Evan Mawdsley

Stalingrad to Berlin, Earl F. Ziemke

Operacion Barbarroja, Alvaro Lozano

German strategy against Russia 1939-1941, Barry A. Leach

When Titans Clashed, David M. Glantz y Jonathan House

Antes de Stalingrado, David M. Glantz

Junio de 1941. Hitler y Stalin, John Lukacs

21 comentarios en “75º Aniversario de la Operación Barbarroja

  1. Parece mucho tiempo, pero 70 años tampoco es un periodo de tiempo tan lejano para no darse cuenta del alcance que para la historia de Europa y del Mundo en general tuvo aquel 22 de junio de 1941. Sin duda la mayor invasión jamás realizada a lo largo de la Historia. Seguramente todavía hay mucho que contar sobre aquella fecha tan destacada del siglo XX, la cantidad de bibliografía sobre tal acontecimiento seguro que no decaerá, aunque a nivel español espero que se anime un poquito más y se publique algo interesante este año.

    Un saludo.

  2. gracias por pubñicar tan magno acontecimiento tengo todo lo relacionado con este evento en español, libros me refiero, espero la prensa escrita diga algo hoy, saludos

  3. Desde luego es una fecha a tener en cuenta y ojalá las líneas editoriales sigan por publicar a historiadores que están haciendo estudios recientes y no sigan reeditando «refritos» o libros de los años 60, 70 y 80.

  4. Si os fijáis, las reseñas más interesantes de todos los libros mencionados son libros en inglés…., queda mucho campo por recorres en el mundo editorial.

  5. Como dijo Laurence Rees en «Una guerra de exterminio: Hitler contra Stalin» la verdadera guerra – por sus dimensiones, millones de muertos, grandes batallas, exterminio sistematizado de los eslavos – tuvo lugar en el «Frente del Este». La «Operación Barbarroja» fue una vasta operación logística en la que tres millones de combatientes de la «Whermacht» y sus aliados intentaron, sin éxito, aplicar las tácticas de la «Blitzkrieg» en la immensa Unión Soviética. Una planificación deficiente y errática; la subestimación del coloso soviético; la adversa climatología; la inmensidad del territorio de la URSS con los problemas logísticos y de aprovisioanmiento; y la política de mano dura del ocupante nazi con las nacionalidades no rusas – ucranianos, bielorrusos…- que, en un principio, les recibieron con los brazos abiertos, son algunos de los aspectos que abocaron al fracaso final de la operación y que, en definitiva, acabaron con la derrota de la Alemania Nazi en la la II Guerra Mundial.

    Coincido en que, amén de nuevas obras -recomiendo las imprescindibles «El sitio de Leningrado» Y «La retirada:la primera derrota de Hitler», ambas de Michael Jones. «Asedio» de Mactaggart es más que recomendable por su enfoque diferente – es imprescindible la traducción del inglés de obras clave como las de David M. Glantz – impresionante por la cantidad de información «Antes de Stalingrado». ¿Para cuándo la mítica «When titans clashed»? -, John Erickson «The Road to Stalingrad», u Omer Bartov «The Eastern Front».

  6. Yo a los libros recomendados añadiría Junio de 1941: Hitler y Stalin, de John Lukacs (o San John Lukacs, si se prefiere). Más técnico, con mucha información sobre el Frente Ruso, está Slaughterhouse (con la colaboración de Glantz) y Order of Battle of the Red Army, de David Porter. Este último incluye mapas, esquemas y órdenes de batalla magníficos.

  7. Ahora, las matemáticas. El conflicto con la URSS duró desde el 22 de junio de 1941 a las tres de la mañana hasta, de forma oficial, el 8 de mayo de 1945 a las 23:01, lo que nos da tres años, diez meses, dieciséis días, veinte horas y un minuto; es decir, redondeando, 46,5 meses, 202,42 semanas, 1.417 días, 34.004 horas o 2..040.241 minutos (contando el minuto de propina). En cuanto al programa llamado de «Solución final», nos quedaremos con las mismas fechas; anteriormente no había aún nada decidido ni sistematizado y las bajas judías fueron fortuitas. Relacionemos ahora estas dos series de cifras: los alemanes tuvieron 64.516 muertos mensuales, es decir, 14.821 muertos semanales, es decir, 2.117 muertos diarios, es decir, 88 muertos cada hora, es decir, 1,47 muertos cada minuto; se trata de la media para todos los minutos de todas las horas de todos los días de todas las semanas de todos los meses de todos los años, durante tres años, diez meses, dieciséis días, veinte horas y un minuto. A los judíos les salen, incluyendo los judíos soviéticos, alrededor de 109.677 muertos mensuales, es decir, 2,5.195 muertos semanales, es decir, 3.599 muertos diarios, es decir, 150 muertos cada hora, es decir, 2,5 muertos cada minuto en un período idéntico. Por parte soviética, en fin, tenemos unos 430.108 muertos mensuales, 98.804 muertos semanales, 14.114 muertos diarios, 588 muertos cada hora, o bien, 9,8 muertos cada minuto, en un período idéntico. Es decir, en cuanto al total global en mi campo de actividad, unas medias de 572.000 muertos mensuales, 121.410 muertos semanales, 18.772 muertos diarios, 782 muertos cada hora y 13,04 muertos cada minuto, todos los minutos de todas las horas de todos los días de todas las semanas de todos los meses de todos y cada uno de los años del período contemplado; es decir, recordémoslo, tres años, diez meses, dieciséis días, veinte horas y un minuto. Que quienes se hayan burlado de ese minuto de propina, un tanto pedante cierto es, piensen que no deja de ser una media de 13,04 muertos más, y que se imaginen, si pueden, a 13 personas de su entorno muertas en un minuto. Puede también calcularse el intervalo de tiempo entre cada muerto, lo que nos da una media de un muerto alemán cada 40,8 segundos, un muerto judío cada 124 segundos y un muerto bolchevique (contando a los judíos soviéticos) cada 6,12 segundos, y eso para el período ya citado en conjunto. Estáis ahora en condiciones de realizar, basándoos en esas cantidades, ejercicios de imaginación concretos. Coged un reloj, por ejemplo, y empezad a contar: un muerto, dos muertos, tres muertos, etcétera, cada 4,6 segundos (o cada 6,12 segundos, o cada 24 segundos, o cada 40,8 segundos, si tenéis una preferencia determinada), intentando ver, como si los tuvierais ahí delante, en fila, a esos uno, dos, tres muertos. Ya veréis qué ejercicio tan bueno de meditación es. O tomad otra catástrofe más reciente, que os haya afectado mucho, y comparad. Por ejemplo, si sois franceses, pensad en vuestra aventurilla argelina, que tanto traumatizó a vuestros conciudadanos. Perdisteis en ella a 25.000 hombres en siete años, incluidos los accidentes: el equivalente de algo menos de un día y trece horas de muertos en el frente del Este; o de alrededor de siete días de muertos judíos. Por supuesto que no contabilizo los muertos argelinos: como nunca, como quien dice, los mencionáis ni en vuestros libros ni en vuestros programas, no deben de contar gran cosa para vosotros. Y eso que matasteis a diez por cada uno de vuestros muertos, que es un esfuerzo muy honroso incluso comparado con el nuestro. Aquí me quedo; podríamos seguir mucho rato; os animo a que sigáis solos, hasta que se os abra el suelo bajo los pies. Yo no lo necesito: hace ya mucho que tengo el pensamiento de la muerte más cerca de mí que mi vena yugular, como dice esa hermosa frase del Corán. Si en alguna ocasión consiguierais hacerme llorar, mis lágrimas os quemarían el rostro como el vitriolo.

    Jonathan Littell, Las benévolas (traducción de Mª Teresa Gallego Urrutia), RBA Ediciones

  8. Gracias por tus recomendaciones Leiva. La cita de «Las Benévolas» es muy apropiada. Es una novela extraordinariamente bien documentada hasta en sus aspectos más nimios, lástima que al final se pierda en divagaciones un tanto extrañas y totalmente fuera de lugar. Al ejercicio de poner rostro y nombre a los muertos se refiere la genial Gitta Sereny en uno de los capitulos de «El Trauma Alemán». Precisamente fue la impersonalización de la masa, reducida a la categoría de seres infrahumanos, por parte de los nazis uno de los aspectos que permitió la «Solución Final». Como dijo el infausto Stalin: «La muerte de un ser humano es una tragedia. La muerte de millones una mera estadística»

  9. Me uno a los comentarios anteriores, y me parece estupendo que se haya recordado el 70º aniversario de Barbarroja, pues es una fecha cláve no sólo de la IIGM sino de la historia universal. Los seis meses siguientes a tal fecha decidieron el curso de la guerra y el destino del mundo. El fracaso de Babarroja sentenció al III Reich, pero su triunfo hubiera supuesto el final de la URSS y la consolidación de la hegemonía alemana en Europa.
    Respecto a las recomendaciones bibliografícas, es aconsejable leer las memorias de los grandes protagonistas del conflicto, tanto las de los generales alemanes como las de Guderian, Von Manstein y Paulus, como las de los soviéticos, en especial las de Rokossovski. También me parece interesante como introducción el libro sobre Barbarroja de John Keegan – uno de los mejores historiadores militares actuales – que publicó la Editorial San Martín, y que es fácil bajarde de la Red en formato PDF. Me parece estupendo que se publiquen las obras recientes, pero no está mal que se publiquen los grandes clásicos de los años sesenta. Entre ellos está la que consideró la mejor obra general – no militar- sobre la guerra germano- soviética, es la de Alexander Werth, publicada en dos volumenes por la editorial bruguera en los años sesenta, titulados De la invasión a Stalingrado, y De Stalingrado a Berlín. Es una obra de corte periodístico que se ocupa tanto de temas políticos, sociales, como militares, pero que está escrita con un estilo muy ameno y vivo. Tan bien son muy recomendables las dos obras de Beevor Salingrado y Berlín, que se han convertido en dos clásicos. Y las obras de Álvaro Lozano pese a las criticas que han sufrido en varios foros considero que son grandes obras de síntesis y divulgación. Las obras de Glantz- el mayor especialista de la guerra del Este – son todo un referente, pero hay que reconocer que son muy áridas, historia militar pura y dura, y que no son para todos lo paladares, siendo preciso tener conocimientos previos para leerlas.

  10. Se me ha olviadado. Otro libro recomendable publicado en los años setenta en lengua castellana por la Editorial Progreso de Moscú, es La Gran Guerra Patria de la Unión Soviética,de AAVV. Es un libro de historia militar publicado por autores soviéticos, de clara tendencia ideológica filo soviética y comunista, pero que conitene bastante información sobre las operaciones militares de la guerra, y sobre todo – cosa rara- tiene unos mapas excelentes. Yo lo adquirí recientemente en «Todo colección» al módico precio de 20 euros, y el libro estaba como nuevo.

  11. Yo también creo que la obra de Álvaro Lozano es interesante. Yo ya paso de distinguir entre obras de síntesis, genios de la historia o lo que sea. Si me gusta un libro es suficiente baremo para recomendarlo, lo escriba un señor de Murcia o uno de Southampton. Los puristas pueden estar tranquilos: ya se que es mejor Geoffrey Parker que Aquel que pasaba por allí. Yo por si acaso me leo los dos, que de todo se aprende. Es posible que Álvaro Lozano no haya consultado los archivos rusos (que por lo que he podido leer en Lukacs, solo pueden ser consultados con mucha precaución), pero el libro está bien escrito y eso es mucho. Además, incluso en las fuentes secundarias (que yo no he conseguido saber muy bien cuáles son), hay que tener gusto para seleccionarlas. Pondré un ejemplo: siempre será mejor citar a Ziemke, que es una guía decente, que comenzara a dar por buenas todas las afirmaciones de Manstein. Manstein dice cada trola que no hay por donde cogerla, especialmente en lo referente a sus relaciones con Hitler (que fueron más íntimas de lo que afirma) y en su participación en el genocidio. El que lo dude puede leer la declaración de Ohlendorf, comandante del Einsatzgruppe D de la SD, que estaba adscrito al XI Ejército en Crimea, y que dirigió el asesinato (cifras suyas) de 90.000 personas.
    A menudo olvidamos las dificultades a las que se enfrenta un historiador aficionado para referenciar sus informaciones. Solo ordenar la documentación y hacerla accesible, y más en una obra con tantas cuestiones a tratar, ya es un verdadero desafío. Tendemos a menospreciar esas obras en beneficio de las de gente como Glantz, etc, pero luego salen las de Glantz y nadie las compra porque son demasiado técnicas. ¿En qué quedamos entonces, sus señorías? Espero que haya muchos autores españoles que sigan escribiendo este tipo de libros. Al fin y al cabo, vacas sagradas como Beevor u otros, se limitan también a recopilar. Los libros que al final se salvarán del diluvio serán los que, de alguna forma, nos lo hicieron pasar bien.

  12. Pues si, Leiva, te doy la razón. Mientras no tengamos en español los trabajos de autores como Glantz, Ziemke, Nipe y tantos otros, si hay un escritor que los utiliza para ofrecernos un buen libro basado en sus trabajos, bien escrito y ameno, al menos tendremos eso.

  13. Coincido en vuestras afirmaciones en torno a Álvaro Lozano. Su obra «La Alemania Nazi» me parece, por su claridad y concisión, una obra altamente recomendable y no solo para neófitos en el tema. Ciertamente «Antes de Stalingrado» de Glantz te apabulla con tal cantidad de información que si no estás metido en el tema es imposible digerirlo.Todo suma, las obras más livianas y las más complejas.

    La obra de Beevor sobre Stalingrado es un referente, pero recomiendo también la de Peter Antill y Dennis Peter publicada por Osprey, más liviana pero muy didáctica – mapas, reproducciones…- y aborda, de forma sistemática, las operaciones Azul, las tres ofensivas sobre la ciudad, la operación Pequeño Saturno, el intento de romper el cerco de Manstein, y la operación Anillo.

    En cuanto a las memorias coincido con Leiva en que muchas veces, es el caso de Manstein, para lo que sirven es para autojustificarse e intentar desvincularse de Hitler y de la camarilla nazi.

    Hablando de las operaciones de los Einsatzgruppen en el Este (verdadero germen de la Solución Final) es imprescindible la obra «Amos de la muerte: Los SS Einsatzgruppen y el origen del Holocausto» de Richard Rhodes. Queda hoy fuera de toda duda que la «Whermacht» y sus mandos colaboraron con los destacamentos de la muerte en sus tareas de limpieza étnica.

  14. Bueno, como entre otras cosas estamos de recomendacione (nos encontramos en un Blog donde se da cabida al Cómic y a los Atlas), recomiendo en primer lugar el cómic-manga «Operación Barbarroja» (para ser algo más exactos, ‘caso Barbarroja’) del año 2010, y del incombustible y concienzudo Motofumi Kobayashi. El que se atreva a leer el cómic (digo esto pues muchos le hacen ascos al Noveno Arte), disfrutarán como niños…, pero además todo aquel «entendido» o aficionado a la SGM y en particular a la presente gran campaña, se sorprenderá con el cómic (incluida la información y magnificos mapas que lleva). En segundo lugar, los numerosos atlas que hay nos muestran información y magníficos mapas sobre la «Operación Barbarroja», un ejemplo, el último atlas reseñado: «Atlas de la guerra aérea» el cual nos muestra un mapa detallado a toda página y a color.

    Un saludo.

  15. Bueno, Osprey-RBA dedicaba 3 libros a Barbarroja en sus sectores norte, central y sur, y un cuarto dedicado a Taifun ( el título era «Hitler detenido ante Moscu», me parece )

    Sobre las opiniones en torno a los autores, no he leido la obra de Glantz ni la de Alvaro Lozano, así que no puedo opinar respecto a ellos. El de W. Craig sobre Stalingrado me pareció soberbio al saber conjugar elm desarrollo de las grandes operaciones con la vivencia y percepcion personal de los testimonios de los combatientes.

    la obra de Manstein, por otro lado, es imprescindible, se este o no de acuerdo con las valoraciones que hace, y no escrito bajo imposiciones como el de Paulus. Su descripción de las operaciones en Crimea, la operación fallida de rescate de Stalingrado en la «Tempestad de Invierno» y todos los comabtes de Ucrania entre 1943-44 son de una grandísima relevancia, tratandose del jefe que las dirigió. Y por otra parte, las semblanzas que hace de diversos personajes con los que trato ( compañeros de armas, politicos ) tienen una gran penetracion sicologica

  16. Todos los libros que habéis citado son buenos, a mi el que mas me impresionó fue el de McTaggart y uno de Christopher Browning llamado «aquellos hombres grises» que describe la actividad de un grupo de ciudadanos alemanes normales envueltos en los primeros pasos del exterminio de judíos cuando disparaban por turno a la nuca y tenían que emborracharse para hacer ese trabajo que, al final, acabaron haciendo los letones o los ucranianos que eran menos «sensibles». En general, me gustan mas los libros de memorias sobre la campaña al estilo del autor de la «Cruz de Hierro» o los que escribieron los españoles de la División Azul.

  17. En cuanto a las memorias de Manstein, hay que decir que en español solo está el segundo volumen, Victorias frustradas. El primero va desde los años de ingreso en el Ejército, en 1906, si no recuerdo mal, hasta 1939. En Victorias frustradas Manstein también escribió «bajo presiones», naturalmente no las que sufría Paulus, que estaba en poder de los soviéticos, como miembro de un Comité antihitleriano. Sus presiones son más bien autoimpuestas: tenía que engañar al público para, igual que otros como Halder, Brauchitsch, etc, hacer creer al público que no había roto, pobrecillo, un plato en toda la guerra. Y la verdad es que había roto vajillas enteras. En Nuremberg Manstein negó que conociera nada del Holocausto, que no tenía ninguna información. Es mentira. En 1942, en Simferopol, fuerzas de la Feldgendarmerie del XI Ejército, bajo su mando, ejecutaron a 14.000 civiles soviéticos. En Simferopol estaba en CG del XI Ejército. Manstein firmó una orden a las tropas en la que conminaba a «exterminar el sistema judeobolchevique de una vez por todas». Y lo más curioso es que el mismo Manstein tenía antepasados judíos: su familia, los Lewinski (ese era su verdadero apellido, de origen polaco, procedía de Levi). Las SS investigaron sus orígenes raciales en 1944, después de que Hitler le relevara del mando en Ucrania. No sabemos qué pasó con su expediente. En 1934, cuando von Blomberg, comandante del ejército, se cubrió de vergüenza aplicando la llamada «Clausula Aria» a la Wehrmacht (lo que significaba la expulsión de cualquier oficial con herencia judía), el único que protestó por tal medida fue Manstein, que entonces era coronel. Pero no lo hizo motivado por humanitarismo o política, sino porque un antiguo subordinado suyo, teniente, iba a ser expulsado por aquella ley, y le pidió ayuda. Manstein sostenía que aquello atentaba contra el honor de un oficial, cuyo servicio a la patria, por muy judío que fuera, convertía en alemán. ¿Que opinaba de la muerte de los otros millones de desdichados que no habían tenido la oportunidad, a su entender, de convertirse en perfectos alemanes? No lo sabemos, porque no dice nada de eso en sus memorias. Tanto Fritsch como Blomberg le pegaron un rapapolvo monumental, pero la cosa no fue mucho más allá. Hitler les pagó tanta adhesión librándose de ellos a la primera ocasión y colocando en su lugar a Brauchisch, que era aún más servil.

  18. Bueno, no hay que irse muy lejos para ver lo que le ocurre a un general que le levante la voz a sus jefes políticos: El caso del general McChrystal el año pasado , cuando hizo ciertas declaraciones dejando en mal lugar a los dirigentes de Washington como Hoolbrooke o Biden.

    Y sin alejarnos del ejemplo norteamericano, dudo mucho que los jefes con mando en Irak como Ricardo Sanchez o incluso Cassey despues del escandalo de Abu Graib se inmiscuyeran demasiado en las decisiones de las secciones de seguridad dependientes de la CIA y otras agencias cuando decidian maltratar a los terroristas. De hecho teniendo en cuenta la envergadura de la lucha y la ferocidad con la que actuaba la SD-SS en el lado aleman y la NKVD en el lado sovietico, amaparadas en ambos casos por los maximos dirigentes de cada uno de sus paises, la actitud de Manstein o de algunos generales sovieticos a la hora de no dejarse arrastrar por el torbelino del maltrato a los prisioneros es hasta loable.

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