Los Tres Mosqueteros, Alejandro Dumas

“Exponente máximo de la literatura de capa y espada, Los tres mosqueteros apenas necesita presentación, ya que se cuentan por millones los lectores de todo el mundo que se han deleitado con este libro inmortal.

Como ante un cuadro vívido y prodigioso, aparece ante nuestros ojos el ambiente caballeresco y lleno de colorido del siglo XVII francés, centrado en la corte del rey Luis XIII. La espléndida y abigarrada paleta narrativa de Alejandro Dumas nos describe las tortuosas intrigas cortesanas que envuelven a un soberano incapaz y a una reina tan hermosa como desventurada, y detrás de los cuales se mueve la figura, a un tiempo sombría y fascinante, del cardenal Richelieu.

Pero donde el autor se recrea y consigue cautivar completamente al lector, es en el relato de las constantes aventuras de los tres mosqueteros y su inseparable amigo D´Artagnan, que se juegan la vida sin perder jamás la sonrisa. Las figuras de Athos, Porthos y Aramis constituyen un interesante estudio de personalidades bien definida, las cuales, a pesar de ser enormemente dispares, saben unirse férrea e indisolublemente siempre que se presenta alguna circunstancia azarosa.” (Sinopsis de la contraportada).

No parece que haya mucha gente con ganas de esforzarse a comentar esta obra universal debido a la gran difusión de la que ha sido objeto a través de versiones televisivas (llegando a los dibujos animados (“D´Artacán y los tres mosqueperros”, de la que guardo muy grato recuerdo y hasta alguna que otra figurita)), cinematográficas (con mayor o menos fidelidad y fortuna), novelas gráficas, minicuentos infantiles, etcétera, etcétera. Sin embargo, yo me atrevo, aunque sé que me acarreará el pago de cierto precio.

He vuelto mi excrutadora mirada hacia la librería familiar, ese mueble al que se recurre muchas veces, y que, desde la mudanza, aún ofrece sorpresas ya que los volúmenes fueron cayendo caóticamente en sus recovecos. Curiosamente “Los tres mosqueteros” está en primera línea, pero puesto al revés (situación que me he encargado de arreglar). Mi madre tiene la costumbre de usar los libros de tapa dura para ponerlos delante, a modo de decoración, ocultando otros de encuadernación más humilde. No obstante, se ha tirado cuatro años boca abajo.

El tomar entre mis manos de nuevo este volumen me ha hecho viajar mentalmente en el tiempo y en el espacio, exactamente a 1997 y a la cama de mi anterior habitación donde yací postrado durante meses en los que no tuve otra elección que acostumbrarme, sin quejas, a una rutina poco compleja. No os voy a aburrir con el relato de los detalles, pero sí deciros que durante todas aquellas semanas, que no fueron pocas, -apoyado contra el cabecero de la cama, con la almohada a modo de respaldo, cuando me colocaba en situación de ángulo de 90º para comer y seguir con los estudios-, me pasaba horas y horas devorando novelas, quizás en un afán por romper los muros que me rodeaban. Una de aquellas obras era este voluminoso trabajo de Alejandro Dumas.

Me resulta divertido lo asombroso que resulta lo frescas que tengo muchas de las escenas y capítulos que conforman el libro a pesar de haber disfrutado de “su compañía” tan solo una vez (ahora me están entrando deseos de volver a vestir de mosquetero y vivir la vida y mil aventuras en París y en La Rochela).

El comienzo de nuestra vida mosquetera, siguiendo los trazos de Alejandro Dumas (o los de uno de sus “negros” a los que luego el genio le imprimía su  gusto y maestría), parece casi creado por Miguel de Cervantes, topándonos con un joven gascón algo paleto que, tras arremolinados accidentes (o incidentes diría yo), acaba perdiendo el espadón familiar que le dio su padre, un arma enorme y en desuso que termina en poder del mesonero para los asados.

La verdad es que no empezamos nada bien y la situación empeora en París, llegando al duelo consecutivo con tres desconocidos para D´Artagnan; pero no siempre los malos encuentros suponen una futura enemistad, sino todo lo contrario y los mosqueteros del Rey lo saben muy bien. A partir de entonces, el joven gascón se mete de lleno en las vidas de Athos, Porthos y Aramis, conociendo a un noble solitario, serio y herido por un amor pasado, el cual está personificado en la traicionera Lady de Winter que tratará de engatusar al nuevo aventurero; a un simpático aficionado al buen comer y a otros placeres terrenales que no duda ni un instante en ganarse el favor de una señora entrada en años para vivir a su costa (o eso cree él); y a un atractivo y culto hombre que duda u oscila entre las virtudes de la vida clerical y las pasiones libertinas. Todo ello rodeado de la rutina parisiense, de la picaresca y de las tramas cortesanas, algunas de ellas manejadas por la figura del cardenal Richelieu, el cual solo persigue acrecentar su poder sobre el Rey, un personaje un tanto pusilánime, a merced de atacar a la Reina desde la oscuridad de las conspiraciones gracias a los poco disimulados y ajetreados lances sentimentales de ésta con quien menos se lo piensa uno. Pero resulta asombroso ver como ese gran hombre de Estado, cardenal-soldado, maltratado por las versiones cinematográficas, no resulta ser un pérfido enemigo de los mosqueteros ni de los cuatro amigos, ya que los llega a admirar, sobre todo a D´Artagnan al que ayuda a promocionarse dentro del cuerpo real.

Es una lectura abierta a todas las mentes y a todas las edades ya que no es un libro juvenil, aunque la mayoría de los que lo hemos leído lo hemos hecho en el transcurso de nuestra adolescencia. Se devora con gusto, página a página, a través de un hilo lleno de sobresaltos y entrechocar de espadas con un único corte que ocupa varios capítulos, los cuales están dedicados al cautiverio de Lady de Winter en Inglaterra, del cual escapa “haciéndose” la buena anglicana. Esa parte sí que la recuerdo como aburrida de narices y es que parecía que no terminaba nunca.

No debemos tener miedo a asomarnos a sus páginas, como al del resto de clásicos de siglos pasados, sobre todo cuando ha sido gestado y desarrollado por uno de los genios de la Literatura universal.

Lengua: CASTELLANO
ISBN: 84-406-4459-0
Nº Edición: Primera
Año de edición: 1994
Editorial: EDICIONES B, SA
Plaza edición: Barcelona
Páginas: 654

3 comentarios en “Los Tres Mosqueteros, Alejandro Dumas

  1. Hay grandes títulos sobre los que poco se puede decir que no se haya dicho ya. Este es un grande entre los grandes del género de aventuras. Gracias por la reseña, siempre viene bien que nos recuerden que los grandes clásicos están ahí, para releerlos de vez en cuando.

  2. Yo llegué muy tarde a la lectura de este libro. ¿Que me podía aportar cuando había visto tantas películas sobre la novela?. Pero lo cierto es que como lo conseguí gratis…¡ Y que descubrimiento!.

    Lo que a mí me aportó este libro fué la alegría de vivir, la sutil y elegante ironía, el sentido del humor…Que clásico tan merecido, este y sus magníficas continuaciones.

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