«El Bismarck es una cuidad flotante. Algunos de sus vecinos se conocen entre sí y otros no se han visto en su vida. Hay plazas y calles; hay barberías, lavanderías, zapaterías y sastrerías. Todos los peluqueros, zapateros, sastres y cantineros cumplen sus deberes militares en calidad de asistentes Solo una vez al día son saludados por los superiores».
Esta es la descripción que hace el autor de este acorazado, el orgullo de la armada alemana, el indestructible Bismarck. Esto nos da una idea del formidable acorazado, de las dimensiones y de su importancia, a nivel tecnológico todo un prodigio. De modo casi telegráfico, muy frío, como si de un diario de a bordo se tratase, Berthold nos lleva desde el momento en que el Bismarck está listo para zarpar y atacar la flota mercante enemiga por el Atlántico hasta su trágico final. Sigue leyendo